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Retrato de mujer es una imagen centrada en la apariencia y rasgos externos de la figura femenina, que generalmente incluye el rostro y la parte superior del cuerpo. Estas imágenes capturan las características físicas de la mujer: la forma y proporciones del rostro, detalles de los ojos, nariz, labios, así como la estructura del cabello y el cuello. A menudo, el retrato considera detalles anatómicos como la línea de los pómulos, las curvas de las cejas y los contornos de la mandíbula.

El retrato de mujer puede realizarse en diversos contextos y entornos, desde condiciones clásicas de estudio hasta fondos naturales o arquitectónicos. Un elemento importante es la pose y la posición de la cabeza, que contribuyen a revelar las características únicas del modelo — inclinación, giro, dirección de la mirada y expresión facial.

El entorno natural para el retrato de mujer puede incluir detalles interiores — muebles, textiles, plantas, elementos decorativos — o panorámicas externas, donde el fondo varía desde ambientes urbanos hasta paisajes naturales. Frecuentemente, el retrato conecta la imagen principal con un momento específico del día, determinado por la intensidad y dirección de la luz, así como los cambios estacionales en el ambiente.

Las características físicas capturadas en el retrato de mujer pueden reflejar la diversidad de grupos etarios, rasgos étnicos y apariencias individuales. Los detalles de la vestimenta, accesorios y peinados complementan la imagen, resaltando aspectos sociales, culturales o las preferencias personales del modelo.

El retrato de mujer, incluido en una colección fotográfica, sirve como un objeto universal para el estudio y la representación visual de la forma humana en sus manifestaciones, y también ayuda a comprender la interacción de la figura con el espacio circundante. Estas imágenes logran transmitir la diversidad de la apariencia femenina y su lugar único en la cultura visual.